Café y cigarro

¿Crees que alguien haya atado alguna vez tu nombre al mío?
Una cama matrimonial es muy grande para mi cuerpo que en las noches se pervierte acariciando los fantasmas de un recuerdo inexistente.

Reforma era una calle muy grande para caminar a tu lado, quizá no tuvieras mis manos pero si era inevitable besarte en cada oportunidad que tuviera para agradecerte la conversación divertida, lo cierto es que no hay nada que perder cuando nadie te mira.

Recorrí perversamente la idea de que a falta de un corazón para regalarte bien pudiera darte una probada de mi cuerpo, ya lo sabes conmigo nunca fue necesaria una gota de alcohol, para desnudarme solo basta con un momento divertido o alguna sensación especial.

A ti mis besos te saben a café, los tuyos me saben a cigarro y a verborrea inconclusa.
Yo te hablo del secreto que a diario dibujo frente a los ojos de mi novia, se que no es una platica agradable, pero a mi tampoco me importa escuchar sobre los que tu ocultas de tu actual ¿compañía?

El brazo derecho me duele no puedes evitar decirme que deje de forzarlo, tengo que irme pero como siempre me despido con ese gesto en el rostro que solo tu conoces o que mas bien solo tu crees conocer.

Te beso una vez mas, al fin ¿qué es un beso?, es solo el intercambio de tiempo hablado por la acción de presionar tus labios contra los míos, cierro los ojos y camino con la introspección constante del alma que nunca esta satisfecha con lo que tiene, se que la próxima vez fingiremos que es el hoy de todavía.

Te pido un final convincente para lo que hoy escribo y solo atinas a decirme que tu cama individual se siente enorme por las noches sin mis manos en tu espalda.

Yo creo que nunca habrá un final para esta historia de camas ficticias, en las que solo existieron besos de café y cigarro.