martes, 25 de febrero de 2014

Del destino y mi pluma...




Escribir  de nuevo es como encontrar de frente aquel amor imposible; doloroso pero a la vez reconfortante.
Curiosamente las excusas planteadas para dejar de escribir en este o en cualquier medio son las mismas que utilizo para evitar hacer cualquier cosa en mi cotidianidad.
Falta de tiempo, falta de herramientas, mucha gente alrededor, “lo hare más tarde”.
Las mil y un excusas que me pude inventar son equivalentes a detener el flujo del reloj de arena esperando que el tiempo se detenga.  
Todo dolía, dolía hacer y dejar de hacerlo, y mi cerebro se estancó y se durmió en un raro letargo.
Creo que la magia en nuestras vidas se alimenta de hacer lo que más nos gusta, sea lo que sea (así de peligroso es esto), aun a riesgo de no ser comprendidos o ser los mejores o ser los peores.
Es simplemente hacer lo que nos gusta, sin evasiones, sin excusas.  
Me esposa antier me recordó eso cuando miraba mi mano y me decía que las líneas habían cambiado.
Tuve que pasar todo un día paralizado dándome baños de autocompasión y evadiéndome, llegar a la noche y buscar un problema con ella, sin palabras para explicar el dolor del pecho, quizá el reflejo de como descubría que el tiempo me había embaucado con la idea de que después podría realizar todos los planes que tengo en mi cabeza.
Entonces fue más claro que tenía que volver aquí como punto de partida y continuar con el camino en mi cuaderno, ordenador o día a día un sueño a la vez


Paso uno...